Mi última semana como profesora en prácticas
Esta semana arranqué haciendo un repaso de los diferentes conceptos que iban a entrar en el examen, empezando por los diferentes métodos estudiados para la resolución de sistemas, profundizando en cómo obtener sistemas equivalentes a partir de ecuaciones lineales con denominadores, y acabando con la resolución de problemas cotidianos mediante sistemas. La clase se nos hizo corta a todos, pero dio tiempo a repasar e incidir en las dificultades más predominantes del alumnado. El martes dedicamos toda la sesión y parte del recreo al examen. En general hubo seguridad y tiempo suficiente para acabarlo. Los más rezagados se tomaron un poco de tiempo del recreo, bien para repasar la resolución o bien para salir del bloqueo de ciertos ejercicios que con la comprobación no les había dado bien.
Tengo que decir que mi prioridad ha sido que la clase despertara el interés de este bonito tema y que pudiéramos todos resolver de forma conjunta los ejercicios en la pizarra, resolviendo dudas y desarrollando a la vez las competencias básicas. Luego también me hubiera llenado de orgullo que hubiera habido un número alto de aprobados. La tendencia que había era menos aprobados de la mitad. es cierto que la dificultad quizás fuera mayor, aunque si analizamos que esta era la última parte del bloque de Álgebra, en la que debían demostrar todos los conocimientos de unidades anteriores, siento que no he hecho un mal trabajo pues han conseguido aprobar 9 de 15 presentados. Creo que no es un mal resultado y que un examen siempre tiene el hándicap de tiempo limitado y los nervios que provocan en algunos alumnos un efecto contraproducente.
Ahora es cuando tengo que dedicarle unas palabras a esta etapa... Tener que definirla es difícil porque ha sido una montaña rusa de emociones. Cuando entré, experimenté en estado puro el nerviosismo y la inmadurez de la falta de experiencia en la enseñanza, después, apareció el continuo cambio de mejorar la práctica con el grupo, a la vez necesitaba fuertemente reforzar mi habilidad matemática (algo aparcada desde hacía años) y después fue cuando llegó la compensación de tener la seguridad que tanto necesitaba para sentirme realmente cómoda. Si a esto le añades la buena valoración del alumnado... tengo que decir que me voy del Tirant habiendo aprendido mucho y dejando muchas personas dignas de que sean nombradas por mi en esta entrada de mi interesante etapa de instrucción.
Empiezo por la grandísima labor de mi tutor Paco Baeza; su larga experiencia me ha servido para ser firme y rigurosa con la gestión del aula. La exigencia forma parte del crecimiento moral de las personas, y yo aquí he crecido junto a él. Ha sido el espectador más agradecido que podía tener pues se guarda con él (aunque lo comparta con sus compañeros de profesión, no importa) todos los estados por los que he pasado y mi singular tarea dentro del aula. Aunque me costó al principio ser la observada y no observadora, tengo que decir que reforzaba día a día mi destreza con la didáctica de las matemáticas. Continuo con Ana Comensaña, como la mejor coordinadora-anfitriona. Desde el primer día nos hizo sentir como parte del gran grupo de profesionales que trabaja allí, siendo muy atenta y ocurrente con todos. En general agradecida con toda la comunidad del I.E.S: desde dirección, compañeros del departamento de matemáticas, por qué no, vecinos de mesa que también se interesan por ti y tu estancia allí...y como no, "mi alumnado", esas grandes personitas que han generado la preocupación y el estímulo por darles lo mejor de mi. En definitiva, una experiencia para el recuerdo y que despierta la motivación de conseguir un hueco en la docencia, aunque tenga que volver a empezar un nuevo y largo camino de muchos trámites administrativos, que serán los que me llenen de ilusión y motivación por seguir en el gratificante mundo de la docencia.
"La educación es un acto de AMOR, por tanto un acto de VALOR" (Paulo Freire)
Ahora es cuando tengo que dedicarle unas palabras a esta etapa... Tener que definirla es difícil porque ha sido una montaña rusa de emociones. Cuando entré, experimenté en estado puro el nerviosismo y la inmadurez de la falta de experiencia en la enseñanza, después, apareció el continuo cambio de mejorar la práctica con el grupo, a la vez necesitaba fuertemente reforzar mi habilidad matemática (algo aparcada desde hacía años) y después fue cuando llegó la compensación de tener la seguridad que tanto necesitaba para sentirme realmente cómoda. Si a esto le añades la buena valoración del alumnado... tengo que decir que me voy del Tirant habiendo aprendido mucho y dejando muchas personas dignas de que sean nombradas por mi en esta entrada de mi interesante etapa de instrucción.
Empiezo por la grandísima labor de mi tutor Paco Baeza; su larga experiencia me ha servido para ser firme y rigurosa con la gestión del aula. La exigencia forma parte del crecimiento moral de las personas, y yo aquí he crecido junto a él. Ha sido el espectador más agradecido que podía tener pues se guarda con él (aunque lo comparta con sus compañeros de profesión, no importa) todos los estados por los que he pasado y mi singular tarea dentro del aula. Aunque me costó al principio ser la observada y no observadora, tengo que decir que reforzaba día a día mi destreza con la didáctica de las matemáticas. Continuo con Ana Comensaña, como la mejor coordinadora-anfitriona. Desde el primer día nos hizo sentir como parte del gran grupo de profesionales que trabaja allí, siendo muy atenta y ocurrente con todos. En general agradecida con toda la comunidad del I.E.S: desde dirección, compañeros del departamento de matemáticas, por qué no, vecinos de mesa que también se interesan por ti y tu estancia allí...y como no, "mi alumnado", esas grandes personitas que han generado la preocupación y el estímulo por darles lo mejor de mi. En definitiva, una experiencia para el recuerdo y que despierta la motivación de conseguir un hueco en la docencia, aunque tenga que volver a empezar un nuevo y largo camino de muchos trámites administrativos, que serán los que me llenen de ilusión y motivación por seguir en el gratificante mundo de la docencia.
Durante la sesión de la unidad didáctica |
"La educación es un acto de AMOR, por tanto un acto de VALOR" (Paulo Freire)